miércoles, 16 de julio de 2014

DISCURSO MULTIDISCIPLINAR




I.

Viejos y recordados conocidos,
absolutos e ignorados desconocidos,
amigos y enemigos,

antes de que muera el año viejo
y haya nacido el año nuevo,
olvidad los recuerdos

y empezad a ilusionaros como niños:
así creceréis como niños
y tendréis sueños de niños.

Tendréis caminos nuevos,
nuevas palabras y nuevos silencios,
nuevos proyectos.

Opinión sin prejuicios,
memoria sin olvido,
amistad sin bolsillo.

Otro Año Nuevo,
otro sendero,
otro espíritu viajero.

Libertad sin resquicios,
honradez sin timos,
tregua sin tiros.

Y trabajo abierto,
abrazos sinceros,
amistad sin ceros.

Camino limpio,
sin zancadillas, camino,
sólo camino.

Y el horizonte lejos,
pero seguro, como un puerto
que premia vuestro esfuerzo.

Viejos y recordados conocidos,
absolutos e ignorados desconocidos,
amigos y enemigos:

Así debe ser el Año Nuevo:
un mar lleno de sueños
y un puerto seguro como premio.



II.

Chupatintas, leguleyos,
petimetres de asambleas,
lameculos de mil pleitos,
correveidiles de pega:

aprovechad que es Año Nuevo
para cambiar vuestras jetas
y esos ridículos gestos
que os traicionan en las fiestas.

Ya es hora de que seáis buenos,
de mudar en vuestras letras
el saludo traicionero
por palabras verdaderas.

De que os gastéis el dinero
que envejece en las libretas
en coronar con obsequios
a vuestras bellas colegas.

Salid de vuestros agujeros
de amistades carroñeras
y frecuentad algún huerto
de fruta madura y fresca.

Dad algún premio al cuerpo,
alguna caricia tierna;
que si no vuestro guerrero
se morirá sin dar guerra.

Y encerrad en cofre negro
tanta pancarta secreta,
legajos y documentos
de otras vidas y otras épocas.

Salid a la calle nuevos,
olvidad las asambleas
y  con nuevos compañeros
bebed vino en las tabernas,

chupatintas, leguleyos,
petimetres de asamblea,
que ha llegado el Año Nuevo
y os está poniendo a prueba.

Por una vez sed sinceros
y vivid la vida buena
que duerme empolvada dentro
entre tanta cifra muerta.

















III.

Ancianos y jubilados,
querida gente provecta
en general,

ahora que empieza otro año,
apartaos las muletas
de la edad,

y, sin mirar al pasado
ni a sus telarañas huecas,
caminad

siempre adelante mirando,
aprendiendo nuevas sendas
de verdad.

Probad el vino sagrado
que otorga siempre la buena
amistad,

algún viaje anhelado,
alguna buena novela
y a soñar.

Siempre viviendo y soñando
con el río que nos lleva
sin parar.

Abrid a todo los brazos,
miradlo todo sin pena
y a volar

por el espacio diario
como una libre cometa
sin sedal.

Que jubilado o anciano
no significa condena
ni pesar.

Sino el tiempo y el espacio
que la rápida existencia
aún os da.

Y sacad de ellos el cálido
sabor de las cosas buenas
y la sal

de seguir en el andamio
que nos da cada mañana
al despertar.

Sed abuelos sin reparos
y disfrutad de la fiesta
que es jugar

con los nietos, un regalo
que nos da la providencia
sin cobrar.

Así que este nuevo año,
querida gente provecta:
disfrutad.



IV

Amigos de sotana y de capilla,
de sermón y campanilla:
dejad a un lado oraciones
y en algunas ocasiones
sed gente libre y sencilla.

Y cambiad tanto rosario,
tanto cilicio y novena
por una copiosa cena
y una rolliza Rosario
que os libre de alguna pena.

El cerrado y sacristía
nunca fueron compañía
para personas bien sanas.
Así que abrid las ventanas
para saludar al día.

Airead vuestra existencia,
desterrad el pensamiento
de la eterna penitencia.
Que vivir la vida es ciencia
que alimenta el sentimiento.

Amigos de la carcoma
que murmura en los altares,
del incensario que aroma
la tiniebla que se asoma
en la hiel de los vasares.

Dice vuestro corazón
chisporroteos de vela
y rasguños de copón,
mientras el alma se os vuela
con alas de moscardón.

Cambiad por la luz del día
la opaca jaculatoria
y el tufo ambiguo de gloria;
sólo así se abre la vía
del comienzo de otra historia.

Otra historia, otro camino,
algún beso de mujer
y una jarra de buen vino.
Año Nuevo: Nuevo tino
para empezarse a mover.



V.

Poetas del tres al cuarto,
paridores de poemas
que tratan de amores castos
sin haber sufrido apenas.

Versificadores falsos
que habláis de batallas cruentas
sin saber qué es un venablo
ni qué es una herida abierta.

Zurcidores de cien cantos,
fingidores de tristezas,
inventores de colapsos,
descriptores de tormentas,

frecuentad más a los clásicos
y aprended que el gran problema
no es escribir sobre el llanto
sino haber llorado penas,

ni clamar por los escándalos
cuando ocultáis las ofensas:
eso es llenar los espacios
con palabrería hueca.

No busquéis verbos sagrados
ni metáforas excelsas
ni adjetivos adornados
ni imágenes que sorprendan.

Que basta el verbo diario
para hacer el gran poema,
el tono medio templado
y la palabra sincera.

Si no aprendéis, poetastros,
tañedores de arpas ciegas,
imitadores de bardos
que ahogaron en su botella

lo que escribir desearon
sin  escribir una letra,

si no aprendéis el decálogo
de quienes fueron poetas,
perded el tiempo en compraros
una guitarra campera

y recorred los mercados
cantando hazañas de meigas
o crímenes que llenaron
de sangre las sementeras,

sed voceros de mil casos
que tanto la tele airea
de modelos y casados
y actores de media suela,

pero respetad el palio
del auténtico poeta:
si hay rima, que sea el canto
quien la exija sin violencia.

El tono ha de ser hermano
de la palabra y la idea,
y la música el andamio
que sostiene el buen poema.

Los adjetivos extraños
sólo sirven de anestesia
para el lector no avisado,
mejor la palabra fresca,

y en cuanto al verbo, el más claro,
el que diga sin reservas
lo que en verdad ha pasado.
La mentira nunca es buena.

Evitar lo exagerado
en la dicha y la tristeza.
En luto, tono pausado
Sin lacrimógenas muestras,

los adjetivos escasos
y las metáforas serias,
la serenidad buscando
y evitando la sentencia.

Y si es amor lo expresado,
que suene el idioma a fiesta,
que el ánimo enamorado
logrará encontrar la letra:

estela que sigue al barco
de buen casco y buenas velas
que en un mar esperanzado
al mejor puerto navega.

Caliente vocabulario
y metáforas abiertas
como un día de verano
vivido sobre la arena.

Imitad de Garcilaso
la melodía serena
de sus versos bien contados
y de sus prosopopeyas.

El amor siempre templado
hacia la naturaleza
y el saber bien arraigado
en la diaria existencia.

Y que el Año Nuevo os traiga
verdaderas intenciones;
sólo así vuestra palabra
será aroma de poema.