martes, 28 de abril de 2015

ESTOS OCTUBRES (I)







A escasos dias de la presentación de mi último libro de poesía ESTOS OCTUBRES, publicado por la Editorial Carena, en El Corte Inglés del Portal del Ángel de Barcelona, ofrecezco en este blog una breve muestra de su contenido. 


Hay dos maneras de seguir viviendo:
una, atada al recuerdo, ciega al claro
vivir de los relojes, consumida
por las palabras viejas que han perdido
el aire del presente y por la lluvia
que cae sobre mojado y estropea
las espigas que crecen en nosotros.
La segunda manera de seguir
viviendo es dar camino a las pisadas,
rimar los pasos y la mente al son
que nos marca la música del tiempo
y echar a las espaldas las cenizas
del fuego que ardió un día y ya no quema
ni da el calor que dio a nuestras arcillas.

Es fácil escoger para quien sabe
romper las cartas viejas y limpiar
el polvo que tapó la luz vivida,
y se pone a vivir sin prisa alguna
los primeros minutos de otro día
como si no tuviera más, y el sol
le abriera de repente su camino.
Entre el agua vivida, cauce seco,
que ya no riega el alma como entonces,
y el río que nos lleva hacia adelante,
hacia paisajes nuevos y experiencias
que harán de nuestros barros nuevos cuencos,
será mejor seguir el agua viva
y olvidar de una vez la noria vieja.
Lavarnos de una vez la ropa sucia
y salir como niños sin malicia
a jugar con el sol de la mañana.
Nos veremos mejor unos a otros,
y todos volveremos a reír
tranquila, libremente, sin pensar
en el cielo que aún no trae lluvia.           (2004)



Desprendido de los lazos
que me ataban como un preso
a una falsa libertad,
mezcla de libro y de incienso,
he comenzado a aprender
con corazón y ojos nuevos.
Y mi primera visión
y mi primer sentimiento
es que la vida que andamos
tiene sus reglas del juego
donde al final nadie gana
y donde todos perdemos.
Perdemos la cera limpia
con que soñó nuestro cuerpo,
perdemos ramas, raíces
que nuestro tronco tejieron,
corazones familiares
que Dios detuvo a destiempo
y perdemos, en resumen,
lo que al principio nos dieron.

Pero nadie, nadie puede
quitarnos lo que es más nuestro,
lo que brilla en el diamante
de nuestro propio secreto:
el deseo inquebrantable
de celebrar nuestro encuentro
que tú, hermano, cada otoño
haces vivo y duradero.
Y dejad que os lo repita:
yo lo canto, afirmo y veo,
libre de lazos amargos,
con corazón y ojos nuevos.     (1995)


Octubre es el heraldo del otoño,
de los fríos, las lluvias y las sombras,
pero también del vino y del milagro
de traernos aún algunas rosas.
Viajeros sin vuelta, en el camino
vamos viendo agridulces aventuras,
percances y accidentes familiares
que nos dejan el alma en la penumbra. 
Pero también nos salen al encuentro
infancias renovadas, juegos, cantos,
claridades de niños que se duermen
en la cuna feliz de nuestros brazos.
Y la clara ocasión de revivir
una manojo de ayer y de recuerdos
alrededor de un nombre y una fecha
que cada octubre vuelven a ser nuestros.
Viajeros sin vuelta, siempre estamos,
pese a las sombras del otoño frío,
abiertos a la luz de alguna rosa
que venga a perfumarnos el camino.
Y esperando que el viento favorable
nos empuje hacia el puerto más seguro,
hagamos del viaje una tarea
de siembra y esperanza, como el surco.         (2009)