martes, 27 de agosto de 2013

DÍPTICO DE LA MUJER COTIDIANA

A Vivir este presente, poemario anterior al 2000 aún inédito, pertenece este Díptico de la mujer cotidiana, con el que se abre la colección.



 

I.
Mírala a los ojos, que ella vea
que es verdad lo que dices.
Eso basta. Sobran mieles de nombres
y adjetivos, promesas
de verbos que se esfuman
en cuanto rozan el fuego de la tarde,
nada más abandonar la lisa
solidez de los labios.
Mírala a los ojos y no esperes
a que se apague el fuego
tranquilo del amor.
Enciende la cerilla de un abrazo.
La llama prende sola entre los cuerpos
como el fuego en la leña.
Lo demás viene solo,
si no pierdes el tren de la esperanza.


II.
Confórmate
con el lujo de su sonrisa,
toma el dulce calor de la primera
taza con ella,
escucha su palabra como el prístino
sonido de la vida.
Luego dale las gracias con un beso
y quítale el veneno a su cansancio.
Sé el hombre
que ella espera de ti,
el ser sencillo,
cabal que cumple siempre,
que habla poco
y hace mucho en la casa por los hijos.
El que siembra la dicha en lo vivido
y se da hasta quedar lleno de hogar
y se queda en el dar casi vacío.
El que olvida la palabra y siembra  tiempo
de amor en el barbecho del olvido.

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