Una paloma sola
rubrica con sus pasos el
folio de la arena.
Ha escrito la aventura de
sus vuelos pasados
aun sabiendo que el mar
con su goma inflexible
borrará su poema cuando
suban las olas.
La paloma está sola,
sus amigas quedaron en la
plaza espigando
las minúsculas migas que
los niños descuidan
mientras comen sus
dulces, o en la torre ensayando
viejos vuelos de antaño,
de nieve y de ceniza.
Esta paloma sola
prefiere imaginar la
poesía
sobre la arena rosa de la
playa gigante
aun sabiendo que el mar
en una de sus olas
acabará borrando sus
frágiles metáforas.
Prefiere seguir sola,
ser paloma distinta,
ajena a la bandada
y a la fácil limosna. Y
escribe su poema
tan frágil, tan efímero,
pero libre,
como ella, la paloma
sola.