lunes, 31 de marzo de 2014

COMO EL BARRO







(Versos surgidos en una tarde de lluvia tras la lectura de un poeta paisano)


I.
Como el barro, en la espera
de que ocurra un milagro y nos levante
hacia la luz del cielo.
Nuestra espera es fecunda; su milagro
es buscar en la vida la alta luz,
la claridad que explica nuestro sino: 



II.


Paralelo a la vida va el dolor,
la derrota insistente,
pero también la fuerza
que nos alza como a Anteo de la tierra,
del golpe y la caída.
El dolor es la infancia,
el desván y los sueños,
la familia, la casa con los padres…,
lo que ahora es recuerdo
pero alimenta al alma
y la alegra por dentro con su luz.
Alegría que siempre nos espera
pese al paso del tiempo,
pese al miedo a la muerte,
porque es verdadera,
como tú y como yo, como estos versos
que escribo para ti desde el dolor.



III.


Hemos ido aprendiendo que la vida
acaba convirtiéndose en un cuerpo
perdido en los recuerdos de la muerte.
Mientras tanto la lluvia de la infancia,
las calles generosas, la familia,
iban tejiendo sábanas de sombra.
Debemos recordar la primavera,
la flor de amor que puso en nuestras manos
y su gracia serena que ardió un día.



 IV.

Es posible que sea bella la muerte
y cantada en los versos más sinceros.
Pero la vida es vida y hay que amarla
hasta la muerte muerta, hasta la muerte.

jueves, 20 de marzo de 2014

SONIDOS DE OCARINA




Hace aproximadamente cincuenta años encontré en el mercadillo de libros de San Antonio de Barcelona un tomito de coplas de Bartolomé Soler titulado Guitarra, que leí con tanta delectación, que a su influjo dediqué al escritor catalán una colección de coplas y epigramas paralelos a los que figuraban en las páginas de su libro y que titulé primeramente Saxofón y, finalmente, Sonidos de ocarina.
No son nada especial, pero responden más o menos a la forma de concebir tanto la vida como el hecho de la creación literaria. Ahora, pese a haber transcurrido tanto tiempo,  rescato del polvo del olvido, aunque con breves correcciones y alguna que otra innovación, esas coplas y epigramas. Si algún lector saca provecho de ellas, habrá servido de algo recuperarlas.



A JOSÉ ÁNGEL BUESA

Cogí para ti esta pluma
de la abubilla más sola;
colocará en tu sepulcro
un ramillete de rosas.



UMBRAL

A quien leyere le pido
que al entrar por estos versos
vaya con alma de niño
y deje volar sus sueños.



COPLAS Y EPIGRAMAS
De niño aprende las cosas
que te susurran los libros;
de adulto, olvídalas todas
y empieza a abrir tus caminos.


Una cosa más te digo:
las fotos son importantes,
pero más lo son los vivos.


¿Tienes mansiones lujosas?
¿Tienes tierras y cortijos?
Procura que no se apague
la luz que brilla contigo.



Échate al campo, labriego,
y no esperes que el pan brote
sólo del agua del cielo
si tú las manos no pones.


Ten cuidado con la escarcha,
con la nevada tardía;
no vivas de la esperanza
si no luchas por la espiga.


Si ves a un niño implorar,
no le des tu gota de agua:
dale completo tu mar.



Campana, campana: nunca
dejes tu bronce dormido.
Que poeta que se calla
pierde parte de su libro.


Poeta: renueva siempre
el agua de tu cantar;
que el agua que no se mueve
nunca alcanzará su mar.


Atiende primero al mundo
donde se aprende a vivir,
y después habla del tuyo.


No hables tanto de tus penas:
muchos hombres las tuvieron
antes de que tú nacieras.


Trabaja bien tus poemas
con voces hechas de días,
de trabajos y herramientas.


Tal vez el premio mejor
del hombre sea el camino
abierto con su sudor.



¿Elegirías de nuevo
como vivir tu vivir,
como amigos tus amigos,
tus versos para escribir?


Elige bien tus amigos:
un cuchillo en mal estado
puede hacerse tu enemigo.


El alma anhela sus sueños,
pero vives en la tierra
y es pobre barro tu cuerpo.







Amigo: no dejes nunca
de andar siempre hacia delante;
piensa que es largo el camino
y el premio, si hay, llega tarde.


Deja a un lado los aplausos
con que los necios te halagan;
muchas veces son los palos
que tus ruedas atenazan.


Poeta, sigue cantando
aunque te apunten los versos
de otros poetas frustados.



Las monedas de los versos
tienen que ser verdaderas;
el metal es lo de menos
si de boca en boca suenan.


Cuando cantes al amor,
no pongas oro en tus labios:
pon la luz del corazón.


Que en tus palabras, poeta,
no resuene la metáfora:
que lata la vida plena.


Cuando escribas un poema,
no busques temas exóticos:
habla del hombre que vive,
que sueña y lucha y sueen tu entorno.


Dale la mano al que sufre,
al que naufraga a tu lado,
y después ponte a escribir:
sólo así sabrás contarlo.



Hay gente que aspira al cielo
atropellando a los otros;
las torres que así subieron
acabaron en escombros.


Las palabras del poema
serán como el sol que brilla:
cálidas y luminosas,
engendradoras de vida.


Caminante que caminas
los caminos de la tierra:
dime qué ruta es más apta
para labrar la existencia.



Amapolas de dolor:
llevan la sangre en la ropa
y el luto en el corazón.


¿Que la vida es otro mar?
No. La vida es una gota
que crece buscando el mar.


No te importe que el amor
te cause graves heridas:
que, en vez de morir, te harán
querer aún más a la vida.



Cuando quieras hacer bien,
hazlo sin más; que los otros
harán bondades también.


Amigo, no tengas miedo
pensando que has de morir.
Ten miedo sólo si olvidas
que sin miedo no hay vivir.


Escribe claro y sencillo
del tiempo que va pasando:
nadie podrá reprocharte
que soñaste demasiado.


Trabaja bien tu presente
sin olvidar tu pasado;
y el mañana como un fruto
caerá maduro en tus manos.


Sólo hay dos fuentes, amigo,
que debes utilizar:
la fuente que tu sed calma
y la que da la verdad.


Guarda en el alma la esencia
de tu primera ciudad,
y como el vino en la cuba
licor de vida se hará.



¿Qué legarás a tus hijos
como herencia? ¿Sencillez?
De acuerdo, pero ayudada
de la luz de la honradez.


Si el recuerdo de tus padres
llama a tu puerta mañana,
no lo dejes en la calle.
Viene a animar a tu alma.


Conserva el amor de ayer,
porque cuando estés más solo
vendrá a mejorar tu ser.


No busques luces extrañas
para alumbrar tu camino:
te servirán las de casa.


Hay verbos que dan la vida:
soñar, querer o sufrir;
olvidarlos, te la quitan.


Dicen que sólo un soneto
puede probar a un poeta;
escribe emoción en verso:
después surgirá el poema.



Tres cruces te oculta el verso:
el ritmo terco, la rima
y los adjetivos huecos.


No nos mandes tantas manos,
que no sabemos, Señor,
si vienen para ayudarnos
o para atarnos las dos.


Quiera Dios que tu mujer,
amén de haberte querido,
te haya enseñado a querer.


Vigila tus ilusiones
como si fueras tú mismo:
un paso dado al azar
es salirse del camino.


Si has de mentir algún día,
hazlo sólo si es un fin
bendito el que tú persigas.


Las mujeres son oasis
que Dios pone en nuestra vida;
si has de beber de su agua,
cumple bien tu romería.



Es fácil vivir la vida
si no se piensa en la muerte
sino en la mesa servida.


¡Ay de aquel que sólo cuida
de vivir de sus monedas!
¡Ni Caronte encontrará
su óbolo cuando muera!



Marinero, mira el mar,
no como acopio de peces,
sino espejo de tu edad.


Poeta, busca la paz,
y una vez que sea tuya,
sírvesela a los demás.


Sobre todo lo nacido
evita el odio rastrero;
pues, como fruto podrido,
es un veneno escondido
en el prístino venero.