sábado, 7 de noviembre de 2015

DOS PASEOS POR EL TIEMPO




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1.
 
Te veo cómo pisas estas losas
de la Universidad, con qué silencio
observas las columnas de aquel patio
donde suenan aún las voces buenas
de quienes fueron también estudiantes.
Todo lo miras
como si fueran a brotar de los rincones
los rostros que recuerdas, sus camisas,
sus libros y sus gestos. ¿Qué te pasa?
Tú ya no eres aquel que aquí leía
poemas de la guerra, ni aquel al que los grises
pedían el carnet para pasar
al corazón caliente de este patio.
 
Confórmate con ver las aulas quietas
en su ahora, ya ajeno tu futuro
a las explicaciones y a las notas.
Confórmate
con poder palparte todavía
entre estas paredes, o en las sendas
del jardín melancólico, en el borde
del estanque con peces, como entonces,
como ayer, con forma de corazón.
Díselo a la compañera de tu vida
que contigo pasea por el tiempo.
Y cálmate. El pasado es el mejor
ensayo de que estás en el presente.
Por la puerta central sal al bullicio
y mézclate en el río de la vida,
pasa el brazo por la cintura amada
y camina feliz mientras fabulas.
Ya te veo mejor, como tú eres,
el hombre que fue un día un estudiante
y ahora es profesor con jubileo.
Pisa firme el asfalto, sé urbanita         
enamorado de todo cuanto ves
entre andamios y luces de neón,
semáforos y ruidos de condenas,
voces de protestas y silencios
de esquinas con mendigos, mientras salen
con vestimentas caras de las tiendas
parejas sonrientes. Hola, tiempo,
sigue con él y cántale
la canción que se canta a los amigos.
 
 
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2.
Lo que fue ayer un mercado,
hoy se ha vuelto bandera de un camino
que no tiene salida.
A veces la política confunde
el queso con la luna. Y tú paseas
sobre ruinas de vidas que quedaron
para hablar de las cosas repetidas,
las que nunca se marchan de nosotros
porque son claridad que nuestras sombras
proyectan al pasar: calles calladas
con huellas de cien ruedas, puertas, vanos
donde el aire mecía mil latidos,
albañales, tinajas, restos mudos
de siglos que a tus pies crecieron bellos,
ufanos de vivir y procrearse
en noches sudorosas. Y tú pasas
por caminos de hoy sobre su siempre
aplaudiendo el recuerdo que se aferra
a estas piedras que el arqueólogo sabio
libró de la ceniza y el olvido.
Y asistes a las luchas, a los fuegos
que ardieron por hallar  su libertad,
su dignidad humana y su destino
en un lugar del mundo, en éste que ahora
se asoma a tu presente, siempre en marcha.