martes, 27 de agosto de 2013

DÍPTICO DE LA MUJER COTIDIANA

A Vivir este presente, poemario anterior al 2000 aún inédito, pertenece este Díptico de la mujer cotidiana, con el que se abre la colección.



 

I.
Mírala a los ojos, que ella vea
que es verdad lo que dices.
Eso basta. Sobran mieles de nombres
y adjetivos, promesas
de verbos que se esfuman
en cuanto rozan el fuego de la tarde,
nada más abandonar la lisa
solidez de los labios.
Mírala a los ojos y no esperes
a que se apague el fuego
tranquilo del amor.
Enciende la cerilla de un abrazo.
La llama prende sola entre los cuerpos
como el fuego en la leña.
Lo demás viene solo,
si no pierdes el tren de la esperanza.


II.
Confórmate
con el lujo de su sonrisa,
toma el dulce calor de la primera
taza con ella,
escucha su palabra como el prístino
sonido de la vida.
Luego dale las gracias con un beso
y quítale el veneno a su cansancio.
Sé el hombre
que ella espera de ti,
el ser sencillo,
cabal que cumple siempre,
que habla poco
y hace mucho en la casa por los hijos.
El que siembra la dicha en lo vivido
y se da hasta quedar lleno de hogar
y se queda en el dar casi vacío.
El que olvida la palabra y siembra  tiempo
de amor en el barbecho del olvido.

sábado, 10 de agosto de 2013

ECOS DE LAS ISLAS


 

He aquí 7 poemas en prosa que surgieron durante una estancia breve de hace unos años en Ibiza y Menorca.
 
 
 
 
1.
En el Hamilton nada hace pensar, por los boleros de ensueño que suenan y se bailan en la pista, que el nombre del Hotel evoca abrazos y ritmos extranjeros, intrigas cortesanas, traiciones amorosas, mientras rugen cañones en el mar, a un paso de los siglos y tan sólo de unas noches lluviosas como esta en que nosotros dos soñamos y repetimos tantos pasos amados de otro tiempo en este mismo mar pero con aquellas almenas reflejadas en la bahía nuestra. Y cuando la cantante con  su traje de noche fatigado cierra el libro de todos los compases entonces en el Hamilton, cuando las luces se apagan en los rincones del bar y los corredores alfombrados enmudecen, en los recodos de las plantas del Hotel, en los arcos cerrados de las terrazas, en los espejos arrumbados de los trasteros, en la memoria, al fin, del solar donde un día se levantó el edificio, una dama de luz, con los ojos vacíos y las manos transparentes, sin sangre, una dama de luz llorará por la muerte de su amado Almirante. Al amor de su influjo, nos amamos en la luz amable de nuestra habitación con el espejo abierto a todas las miradas por si un día nos pasara lo mismo.

 

2,
Se llama Sol del Este y es un lugar sagrado donde este mar de brazos naturales (islotes de silencio, antiguos miedos, cuarentenas, intrigas, ruinas de reyes…), se enfrenta al mar abierto, de misteriosas olas. Sol del Este se llama este horizonte de esperanzas. España recibe el primer beso del sol cuando amanece y también el adiós cuando se pone. En este abrazo vemos sumirse a los peñascos en misterios sagrados de mil olas mientras el sol se marcha hasta mañana. También nosotros vamos dejando este silencio de la cala donde los yates duermen en la profunda cuna del crepúsculo mientras de golpe comprendemos que dejamos atrás, acaso para siempre, este sitio donde la misma diosa de la belleza sueña como una niña.
 
 

 



3.
Por la mañana, a veces de pura suerte, sólo con el ansia de ver algo que salve la barrera de lo normal, podemos dar de bruces con la belleza oculta de una cala donde se acaba el mundo de Menorca. Por un camino sólo para pies valientes, entre rocas trabajadas por el agua más terca, pasmados abocamos en una concha de agua en mar abierto. Ni olas ni gaviotas. Alguna boya baila en sus espejos, añorando tal vez el último verano. Trepando hacia la altura chalets a cal y canto, letreros CAVE CANEM sin perros ni cuidados. Es la cala de San Esteve.

 

4.
Lo que queda del molino de Sa Punta canta ahora a la sombra en un césped del jardín del paseo de Ses Fontes frente al azul impecable de la bahía. Las ilustres maderas, el viento detenido entre sus nidos, la rueda sin movimiento… Todo duerme apaciblemente su merecida siesta. Acaso mi compañera sueña en la harina de otro tiempo, que es también el de ahora, el tiempo eterno que sabe respirar en su mirada de miel, el tiempo sin tiempo… Los barcos esperan en los muelles, sin prisas, como la Carabela en el nido del Huevo, como los niños ante el teatro de marionetas del Paseo, como el libro que repira dentro de su ternura… La tarde es una amante fiel que aguarda bella en el paseo del mar entre tiendas de perfumes y pareos. Los dos caminamos dejándonos llevar como las gaviotas en los caminos del aire. ¡Esta calma isleña, esta luz tranquila. Renglones para no morir nunca, para vivir ya siempre colgado de los sueños.

 

5.
Allí se pondrá el sol, en Conejera, donde las olas son de plata y el viento azul como el de los milagros. Aquí la cerveza sigue siendo rubia, mientras suena una música especial en el Café, una música que retrata esta hora para siempre. Es una tarde mansa como un vuelo de gaviota. La espuma asciende hasta el labio sediento mientras la otra espuma susurra entre las rocas del Café como un toque de platillos. Allí se pondrá el sol y aquí soñamos los dos pacientemente. La isla de la puesta va apagando su risa. La plata del mar es cada vez más nueva y el viento besa y riza su cabello mientras sus ojos de miel, mágicos, me anuncian el crepúsculo del día. El tacto de sus manos me abrazará después cuando ya Conejera sea otra sombra sumida en otra sombra, y el sol sea el recuerdo dorado que prepara otra vuelta.

 

6.
Suena la música. La noche avanza al otro lado del visillo. Aquí en la sala de baile del hotel las parejas esperan a que el alma les brinque en la piel hecha en otro tiempo a la vida y al andamio, y ahora al ocio tranquilo de Vacaciones para Mayores. Ojos, latidos, labios hablan de antiguos besos. El momento puede más que las parejas, que se dejan llevar por este viento amable de la fiesta, mientras fuera avanza en la negrura de la rada la noche sin pausa. Están aquí, en la sala las luces que brillan en las ropas, los latidos que estallan a la vez en los rejuvenecidos pechos. Y da lo mismo la música que suene, algunas piezas son como la piel que ha crecido difícil desde los pies al mundo de los ojos. Lo veo en esta miel quemada de sus ojos, estos ojos que sueñan que vuelven a ser niños. Hay cumbias en la pista que detienen el tiempo en un abrazo, un tiempo que se fue y regresa siempre, como estas ganas de vivir que nos inundan.

 

7.
Es la hora de Georgia. Ray Charles canta en el chiringuito su nostalgia, mientras la piel estalla bajo el agua fría. El Capitán Nemo se acaba de marchar del embarcadero. San Antonio refulge en la cal de sus rascacielos. A este lado del mar sueñan los pinos, tan callados, tan hechos a la tierra y a la sombra de la ternura antigua. Georgia vive un instante entre los sorbos de cerveza. En el chiringuito habla Ray Charles del tiempo que repite su regreso constante. Y mi compañera lo escucha como si todo le fuera en esa voz rota por la ternura. ¡Este volver de todo a la caricia fina de la arena, del sol en ese brillo tenaz de las palmeras, a su piel morena, a la sincera miel de su mirada, que se llena de presencias antiguas, como las olas de este mar repetido, como el nombre de Georgia en la voz de Ray Charles.

lunes, 5 de agosto de 2013

AMPLIANDO MI TERNURA


AMPLIANDO MI TERNURA

He aquí un poema que data de hace años, de cuando mis dos nietos eran aún muy pequeños y empezaban a ser mi futuro más limpio.
 
 
 
Mientras sueña el otoño en el jardín
y llena de nostalgia las macetas,
mientras el aire huele a fruto de madroño
y el sol se arropa en hojas de magnolia,
yo sigo mejorando en esperanza
y ampliando mi ternura con mis nietos.
Uno sabe jugar con mi paciencia
y me enseña a vivir con  Bob Esponja
y con Mowgli venciendo a Shere Khan,
y el segundo, recién nacido, duerme
en mis brazos de abuelo sospechando
que mañana alzará una torre hermosa
de colores y números encima
de una mesa de amor y de ternura.
Son mis nietos la tierra descubierta
por mis pies redivivos, son el agua
que alivia la sequía de mi senda,
son mis nietos el puerto que se ha abierto
al fondo de mi mar, el horizonte
que amplía los afanes de este barco
que transporta mis sueños. Son mis nietos
la página en que escribo mi presente
con letras de esperanza. Uno y otro
alegran mi vejez sólo con verlos,
con dejarle mis ranas a uno de ellos
o jugar a buscar entre las plantas
el muñeco de goma que le gusta.
Y al segundo dormirle en mi regazo,
hacerle carantoñas o contarle
al oído el poema de la mar,
el cormorán posado en su cantil
y las olas cantando su canción
en la boca de las caracolas
que a su hermano contaba de bebé.
 
Cuando se marchan, queda aroma limpio
junto al musgo del belén recién montado,
un globo de sonrisas en la esquina
de mi esperanza abierta y una rana
de cerámica azul en la escalera.
Y el milagro no existe, es la presencia
en mi alma de un aire  semimágico,
entre infantil y adulto con asombro,
con capacidad para la sorpresa
y para el juego. Como si mis nietos
en mí hubieran sembrado para siempre
semillas de inocencia, de ternura,
de primavera eterna, de presente
esperanzado y sostenido por
una luz de verbenas y canciones,
de palabras que empiezan a brillar
para no acabar nunca en mi existencia.
 

jueves, 1 de agosto de 2013

SONIDOS DE OCARINA


 
 
Hace aproximadamente cincuenta años encontré en el mercadillo de San Antonio de Barcelona un librito de coplas de Bartolomé Soler titulado Guitarra, que leí con tanta delectación, que a su influjo dediqué al escritor catalán una colección de coplas y epigramas paralelos a los que figuraban en las páginas de su libro y que titulé primeramente Saxofón y, finalmente, Sonidos de ocarina.

No son nada especial, pero responden más o menos a la forma de concebir tanto la vida como el hecho de la creación literaria. Ahora, pese a haber transcurrido tanto tiempo,  rescato del polvo del olvido, aunque con breves correcciones y alguna que otra innovación, esas coplas y epigramas. Si algún lector saca provecho de ellas, habrá servido de algo recuperarlas.


 

A JOSÉ ÁNGEL BUESA
Cogí para ti esta pluma
de la abubilla más sola;
colocará en tu sepulcro
un ramillete de rosas.


 



UMBRAL
A quien leyere le pido
que al entrar por estos versos
vaya con alma de niño
y deje volar sus sueños.



1
De niño aprende las cosas
que te susurran los libros;
de adulto, olvídalas todas
y empieza a abrir tus caminos.


2
Una cosa más le digo:
las fotos son importantes,
pero lo son más los vivos.


3
¿Tienes mansiones lujosas?
¿Tienes tierras y cortijos?
Procura que no aprisiones
la luz que brilla contigo.


4
Échate al campo, labriego,
y no esperes que el pan brote
sólo del agua del cielo
si tú las manos no pones.


 
 
5
Ten cuidado con la escarcha,
con la nevada tardía;
no vivas de la esperanza
si no luchas por la espiga.


6
Si ves a un niño implorar,
no le des tu gota de agua:
dale completo tu mar.


7
Campana, campana: nunca
dejes tu bronce dormido.
Que poeta que se calla
pierde parte de su escrito.


8
Poeta: renueva siempre
el agua de tu cantar;
que el agua que no se mueve
nunca llega hasta su mar.
 
9
Atiende primero al mundo
donde se aprende a vivir,
y después habla del tuyo.


10
No hables tanto de tus penas:
muchos hombres padecieron
antes de que tú nacieras.


11
Trabaja bien tus poemas
con voces hechas de días,
de trabajos y herramientas.


12
Tal vez el premio mejor
del hombre sea el camino
abierto con su sudor.


 
 
 
13
¿Elegirías de nuevo
como vivir tu vivir,
como amistad tus amigos,
tus versos para escribir?


14
Elige bien tus amigos:
un cuchillo en mal estado
puede hacerse tu enemigo.


15
El alma anhela sus sueños,
pero vives en la tierra
y es pobre barro tu cuerpo.


16
Amigo: no dejes nunca
de andar siempre hacia delante;
piensa que es largo el camino
y si hay premio llega tarde.


17
Menosprecia los aplausos
con que los necios te halagan;
muchas veces son los cepos
que tu carrera amordazan.


18
Poeta, sigue cantando
aunque te apunten los versos
de otros poetas frustrados.


19
Las monedas de los versos
tienen que ser verdaderas;
el metal es lo de menos
si de boca en boca suenan.


20
Cuando cantes al amor,
no pongas oro en tus labios:
pon la luz del corazón.
 
21
Que en tus palabras, poeta,
no resuene la metáfora:
que lata la vida plena.


22
Cuando aludas a un difunto,
no aumentes más la tristeza
de estar muriendo a diario:
que no se muera el poema.


23
Cuando escribas un poema,
no busques temas exóticos:
habla del hombre que vive,
que lucha y sueña en tu entorno.


24
Dale la mano al que sufre,
al que naufraga a tu lado
y después ponte a escribir:
sólo así sabrás contarlo.


25
Hay gente que aspira al cielo
atropellando a los otros;
las torres que así subieron
acabaron en escombros.


 
 
 
26
Las palabras del poema
serán como el sol que brilla:
cálidas y luminosas,
engendradoras de vida.


27
Caminante que caminas
los caminos de la tierra:
dime qué ruta es más apta
para labrar la existencia.


28
Amapolas de dolor:
llevan la sangre en la ropa
y el luto en el corazón.


29
¿Que la vida es otro mar?
No. La vida es una gota
que crece buscando el mar.


30
No te importe que el amor
te cause graves heridas:
que en vez de morir te harán
querer aún más a la vida.