domingo, 9 de octubre de 2016

TIEMPO VERDADERO I






Resultado de imagen de manos que piden


LUZ QUE NO SE APAGA

Nadie sabe quién es hasta que mira
y ve alrededor manos que piden
y ojos que suplican, y las estrecha
en señal de hermanas, y les aplaca
la cruel necesidad con una ayuda
que puede ser eterna algunas veces
según la intensidad con que se ayude.
Entonces ese tiempo compartido
es tiempo de verdad, llave que cierra
por un lado el secreto del dolor,
y abre por otro el cielo de una luz
que no se apaga  nunca y que descubre
caminos de esperanza en este valle
de lágrimas. Un tiempo que sostiene,
como un andamio firme, la certeza
de que el hombre que sabe ya quién es
lleva en el alma la fe de su destino. 





Resultado de imagen de olas del mar


EL ALMA DE LO ETERNO

Mirar el mar, leer o escuchar música
son puro pasatiempo, el tiempo pasa
simplemente, como pasan las olas,
pasan las páginas del libro o pasan
las notas, los acordes de un concierto.
Pero el que mira el mar y se conmueve
y vibra de emoción con la belleza
del inmenso desierto de las olas
demuestra que está vivo de verdad.
El que lee comprendiendo la ternura,
la pasión o el dolor de las palabras
que trascienden lo escrito y lo convierten
en vicios o virtudes de la vida,
recreándose en unas, repudiando los otros…,
ese está aquí abajo
en cuerpo y alma vivo.
Y el que escucha la música soñando,
pensando sentimientos, sintiendo pensamientos
mientras sufre el violín en manos del artista,
además de estar vivo se levanta
y toca un poco el alma de lo eterno.






SEMILLA DE LUCHA

Yo vengo de una tierra
inclinada hacia el canto
Resultado de imagen de sembrar
de lo que escapa pronto:
el hombre que abandona
en silencio su nido
y busca en otros aires
para sus alas cielo.

Yo vengo de esa tierra.
Y cuando pienso en ello,
me palpo las raíces
por si las tengo secas.
Entonces hago el hato
y comienzo el regreso.
Y llego una mañana
a donde estuvo el tallo,
la fronda de mi infancia.
Y descubro que sólo
los ecos se conservan,
la sombra de aquel árbol,
las pavesas del fuego.

Me palpo las raíces
y empiezan a estar secas.
Mas el pecho me late
y sueña la memoria.
Y aunque ya soy otoño
y no me espera nada,
conservo la ilusión
de sembrar como siempre
mi semilla de lucha
como en aquella tierra.
 

  (De Tiempo verdadero)