lunes, 8 de septiembre de 2014

LA PAZ EN EL CORAZÓN


















Se nos llena la boca con la palabra paz
mientras las manos buscan espadas y fusiles.
Hablamos de sonrisas, de luz y de verdad,
y alumbramos el alma con llamas de candiles.
Va el mundo tan aprisa, que la paz se ha olvidado,
y no regresa sola gritándola en los muros.
Hay que alzarla de nuevo y llevarla al costado
como otro corazón con latidos más puros.

Blas de Otero pedía la paz y la palabra
con un libro de versos ayer, como quien dice.
Y no hicimos oídos al labriego que labra
en un campo de piedras y encima lo bendice.
La paz se siembra libre mirando a los demás,
olvidando las penas que le acechan a uno,
con honor, con orgullo, sin dar la marcha atrás,
para que todos ganen y no pierda ninguno.

Se puede hacer en casa, en labor silenciosa,
cumpliendo los deberes que nos ponen los días,
educando a los hijos, venerando a la esposa
y, si queda algún tiempo, regalando alegrías.
Así se da la paz, como se da en los templos,
a la vista de Dios, entre rezos y velas:
la paz serena y limpia, con pruebas, con ejemplos,
¡la paz que nace libre de nuestras entretelas!

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