LA MEJOR EMOCIÓN
¡Con qué alegría olvido
los llantos de los
días,
sus trampas, sus
sombrías
tormentas sin
sentido!
Y en alas de
añoranza,
reniego del gris
suelo
y estreno un nuevo
cielo
con trinos de
esperanza.
Y así, sin darme
cuenta,
me brota libre el
canto
desde el aljibe
santo
que el corazón
alienta.
Ya veis; el tiempo
pasa,
pero el cuerpo se
empeña
en seguir siendo
leña
con que el alma se
abrasa.
Y andamos el camino
con paso más
ardiente
dorando cada
ambiente
con el oro del vino.
Ya veis; el tiempo
vuela
con las alas del
viento
y arde a cada
momento
como llama de vela.
Pero está en
nuestras manos
la magia de tenerlo
cautivo, y es
quererlo
con latidos de
hermanos.
Por eso canto y
canto
hasta inflamar el
verso
porque al cantar
converso
con el mito más
santo:
la granada de
ayer,
la infantil
primavera
de la magia casera
que me impulsó a
crecer.
La mejor emoción
es cantar con la
gente
que nos quiere y nos
siente
con luz del corazón.
Y aunque el tiempo
es tormento
por su veloz
torpeza,
tendremos la certeza
de haber sido un
momento
racimo duradero
de alegre compañía,
oro puro de un día
de un otoño sincero.
Es verdad que nos
vamos
de nuevo a otras
tormentas
de andamios y de
cuentas
que nunca deseamos.
Pero dentro de nada
volveremos a vernos.
Y otra vez los
inviernos
serán dulce alborada.
(De ESTOS OCTUBRES, 2015)
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