Bailar hasta que el cuerpo
sea sólo una nota
musical, un acorde
de viento emocionado,
un paso de dios ebrio.
Bailar hasta que el alma
sea esencia de espuma,
espectro de perfume de mar alto
o cielo sumergido.
Bailar hasta que el verso
no necesite más de la metáfora
y él sea el único poema,
él el único cuerpo,
él la única alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario