jueves, 21 de noviembre de 2013

VOLVER A VER ROMA



                                   

Volver a ver Roma,
sus iglesias, sus éxtasis, sus fiestas, sus Berninis,
sus helados de salvia, sus noches de cerveza,
camino del Pavone por fieros adoquines
y un tráfico diabólico en una ciudad santa,
entre dormidos ángeles y Caravaggios plenos
de extraña humanidad  y santa rebeldía.

Volver a ver Roma
y vivir el bullicio del Trastévere humano,
la soledad nocturna, fiel de Giordano Bruno
en su Campo dei Fiori, enfundado en su bronce,
con su libro y su luna, su lucha y sus cenizas.
Y tomar en un bar spaghetti alle vongole
y en otro bar un vino de aventura y tristeza .

Yo he vivido el Gianicolo entre pinos románticos,
avenidas de estatuas y la encina de Tasso,
tan callado y tan vivo en su tumba de iglesia,
y la revolución del mejor Garibaldi…
He vivido saberme total cosmopolita
allí en el corazón del mundo más antiguo,
atado a la belleza y al sagrado far niente.

Echo de menos Roma, ahora que estoy lejos,
metido en la rutina de mi humilde ciudad,
en un noviembre claro de dalias y castañas
donde el viento se esfuerza por robar nuevas hojas.
Otro mayo vendrá con ruinas y amapolas.
Hasta entonces, vivir, vivir en unas ascuas
de espera por volver a ver la Roma eterna.

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