jueves, 16 de enero de 2014

POEMILLAS DE LA HUERTA (I)









                         Para Luque, que vivió conmigo estas sensaciones
 I.
Pedregales al sol
entre viejos olivos
que los tordos habitan
cuando el sol se ha ido.
Negros cipreses
por los caminos
que separan viñas,
futuro vino.
Rojos granados,
cielo encendido,
fuentes ocultas,
montes umbríos.

Y al fin la Huerta,
mi fiel destino;
de tardes lentas
y albas de higos,
charlas que duran
risas y siglos.
Huerta del alma,
mi fiel destino,
que en estos versos
siembro y pervivo.

Pedregales al sol;
nunca al olvido.


 II.
¿Quién sierra el tiempo en la siesta?
¿La impertérrita cigarra
con su guitarra sin cuerdas?


 III.
Naturalmente,
como el aire se abre paso entre las ramas,
como suena en la tierra el golpe serio
de las manzanas,
como crece el tomate en madurez
hacia su esfera grana,
naturalmente,
aquí de versos se habla,
en la huerta donde canta el silencio
y el agua de la fuente calla.


IV.
El sol de estos caminos,
para los santos
poetas que se atreven
a andar los campos,
entre tapias de piedras
y almendros blancos.
De la vida a la muerte
sólo hay un paso.









V.
En la higuera los tordos             
tan libres campan;
desayunan sus higos,
marcan sus ramas;
y cuando quieren,
alzan el vuelo
y el verso muere.

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